lunes, 25 de abril de 2016

El traje nuevo del emperador



El otro día hicimos un taller cooperativo de comunicación literaria en clase en la que por grupos de tres teníamos que elegir entre tres tipos de estrategias de comunicación literaria infantil: 

1. Cuentacuentos
2. Narración con libro
3. Lectura

En mi grupo yo fui la cuentacuentos. Les conté un cuento que me gustaba bastante cuando era niña, mi madre me lo contaba muchas noches. Junto a los "Siete cabretillos", "El traje nuevo del emperador" era de mis cuentos favoritos para la hora de dormir. 


Creo que es un cuento apto para todas las edades, pero lo recomendaría para los niños de 5 años. A esta edad pueden entender mejor el engaño de la historia, cómo nadie quiere decir que no ve el traje por el miedo a admitir que no es inteligente o que no es merecedor de su cargo.    

Este cuento folclórico fue pasado a papel por Hans Christian Andersen y fue publicado en 1837 como parte de Eventyr, Fortalte for Born (Cuentos de hadas contados para niños). Andersen fue uno de los adaptadores más famosos de la historia, pues reescribía las obras dándoles sus toques personales. Sus relatos son verdaderos clásicos a pesar de ser creaciones tan particulares y su transmisión oral se inició, incluso, antes de la muerte del autor. 

Opiniones de mis compañeros

Seis de mis compañeras pudieron disfrutar de este maravilloso cuento (maravilloso en mi opinión).

En el primer grupo, fui la segunda en hacer la actividad. Me comentaron que al principio comencé con un tono de voz muy llano, pero que según avanzaba en el relato lo fui mejorando. Les gustó cómo cambiaba el tono de voz, como gesticulaba mostrando el traje inexistente y la pasión que le ponía. 

En el segundo grupo también fui la segunda. Ambas me felicitaron, incluso, una de mis compañeras me pidió permiso para grabarme y poder ponérselo a su hermano por la noche a la hora de dormir. Me dijeron que les gustaron también los juegos que hacía con la voz, elevar o bajar el tono en función de la situación, los cambios de voces para los diferentes personajes.  

En el último grupo, en cambio, como hubo un problema de ruido en clase no pude jugar tanto con la voz y me lo dijeron. Por lo demás fue más bien de lo mismo. 

Autoevaluación 

Siempre solemos ser más críticos con nosotros mismos, por eso aunque a mis compañeras las gustase mi cuento creo que tuve algún fallo. A veces, por querer tener mucho contacto visual, me perdía y no sabía a quién mirar ya que me enfrentaba únicamente a dos personas. Además para la próxima vez tendré al lado una botella de agua, pues con el último grupo tuve que acortar un poco en detalles pues me quedaba sin voz, ya que había estado toda la clase haciendo cambios de tonos. Al final se me resentía un poco la garganta. 

Por otro lado, en cuanto a mis puntos fuertes, creo que la pasión que le ponía viene de los recuerdos que tengo de cuando era niña, de cómo intentaba mantenerme despierta hasta que llegara el final, noche tras noche. Cuando hablo gesticulo mucho y he sabido aprovecharlo a la hora de contar el cuento, ya que no creo que venga de mis escasas dotes teatrales. 

Pero como conclusión, puedo decir que todo es mejorable y que por mucho que agradezca los halagos de mis compañeras aquel día, seguiré practicando para poder hacerlo cada día mejor. 

Referencias 

https://es.wikipedia.org/wiki/El_traje_nuevo_del_emperador
Apuntes de Literatura

El hombre de la piel de oso (Corrección)

Hubo hace un tiempo una familia pobre formada por unos padres y sus tres hijos, intentaban vivir con el poco dinero que conseguían con el trabajo familiar. Pero este trabajo no daba para todos así que el hermano pequeño, Matías, se tuvo que ir a la guerra como soldado durante unos cuantos años, en los cuales lucho como un héroe.

Al regresar de la guerra, al volver a casa de sus padres ellos ya eran mayores y no trabajaban. Sus hermanos le dijeron que allí no podía quedarse porque no había dinero para mantener a todos ya que el trabajo había empeorado mucho y no podían vivir los cinco de él. Su hermano mayor, que era más bueno que el mediano, le dijo:
           -Puedes pasar hoy aquí la noche, cenar con nosotros y contarnos todas tus batallas pero mañana tendrás que irte y buscarte un trabajo y una casa.
Matías accedió a lo que su hermano le había ofrecido. Al día siguiente se levantó cuando amaneció, recogió lo poco que tenía y salió a buscar un nuevo trabajo. Tras patearse su ciudad, y las de al lado y no encontrar nada empezó a sentirse desesperado. En algunos lugares cuando decía que había sido soldado le daban algo de comer, pero con el tiempo la gente era menos generosa y ya no le daban tanto o no  le daban nada. Cada noche, como hacía siempre pedía a las estrellas pequeños deseos, como por ejemplo encontrar trabajo, que ahora era lo que más ansiaba. 

Se cansó de ir pidiendo por las casas por lo que decidió ir a ciudades aun más lejanas. En el trayecto encontró en medio de un terreno seco, algo parecido a un oasis. Era una porción de terreno con muchos árboles, allí se fue a descansar un rato y a tomar el fresco y comer alguno de los frutos de los árboles. Mientras se perdía en sus pensamientos vio a lo lejos como se iba acercando una figura de una mujer alta y delgada con un pelo largo negro como el azabache, con un traje verde color esmeralda que le tapaba hasta los pies y una capa negra por encima. Cuando estaba cerca él se levantó por si la mujer necesitaba algo.
   -¿Puedo ayudarle en algo señorita?- preguntó Matías cuando tenía a la mujer enfrente.
  -Más bien voy a ayudarte yo a ti, Matías- le contestó la mujer -he oído por ahí que no encuentras trabajo, que estás hambriento y que no tienes ni donde vivir. Cada noche le pides a las estrellas que te ayuden, así que bien, aquí estoy. Yo puedo darte riquezas para que consigas todo lo que quieras.
Cuando Matías escuchó hablar a la mujer todo le parecía muy extraño. No entendía como una mujer corriente podía ofrecerle riquezas, y cómo podía saber todo aquello sobre él. Sin embargo, necesitaba dinero y lo necesitaba ya, se estaba muriendo de hambre. Por lo que quería saber cómo podría darle las riquezas y quién era ella.
   -Normalmente cuando alguien pide algo es porque quiere algo a cambio, ¿qué quieres tú? Y lo que más me importa, ¿quién eres tú y por qué puedes darme riquezas?
  -Yo soy Lamia, la bruja de estos bosques, y puedo darte riquezas porque quiero y porque las tengo. Pero me sorprendes Matías, eres un chico muy inteligente, y como ya has dicho yo no doy nada a cambio de nada. Haremos un trato. Si ganas te quedas con todo el dinero que hayas conseguido y libre, por el contrario, si pierdes serás mío y me servirás para el resto de tu vida y toda la eternidad.
A Matías el trato no le gustaba para nada, sin embargo necesitaba el dinero y él sabía que era muy listo y valiente y que podría ganar a la bruja en su propio juego. Pero aún no conocía el plan de la bruja y tampoco sabría si podría ganar. Así que le preguntó qué cuál era su plan. La bruja Lamia le dijo que tendría que fiarse de ella, que no le engañaría y que un chico tan valiente como él no debería tener miedo.
   -¿O es que no eres tan valiente Matías?- le preguntó la bruja al ver su cara. Éste asintió rápidamente porque se consideraba un chico muy valiente, pues había luchado en la guerra. –muy bien, pues si eres tan valiente date la vuelta.
Matías se giró y se encontró con un oso enorme enfrente de él. Sin pensárselo dos veces saco su arma y le disparó para que no se lo comiera. En ese instante, sin aun darse la vuelta oyó a la bruja reírse, se dio la vuelta y ésta le dijo:
   -Bien bien, veo que si eres valiente y que nada te puede pillar desprevenido. Pues bien mi trato es bastante sencillo como has podido ver y para ganar solo tienes que seguir mi plan. Yo te dejaría esta bolsita que llevo atada a mi cintura, es una bolsa mágica y cada vez que metas la mano podrás sacar monedas de oro, cuando quieras, sin límites y da igual en lo que quieras utilizarlas.
   -Vale, pero ¿qué tengo que hacer a cambio?- preguntó Matías interrumpiendo a la bruja.
   -Es sencillo. Solo tienes que hacer tres cosas. La primera consiste en que no podrás pedirle nada a las estrellas durante 5 años; la  segunda es no dormir jamás durante más de un día en el  mismo sitio durante 5 años; y lo último sería que deberás ponerte la piel del oso encima de tus ropas. Desde este momento no podrás ni bañarte, ni cortarte el pelo, ni peinarte, ni cortarte las uñas durante 5 años.
Matías se quedó pensando y se dijo a si mismo que todo aquello era sacrificado, pero que lo conseguiría y que además visitaría muchos lugares con eso de que no podría dormir en un mismo sitio más de una noche. Y mientras pensaba, la bruja le recordó que pasaría si no lo conseguía y le dijo que al pasar los 5 años quedarían en este mismo lugar. Él le devolvería su bolsita y se podría quedar con todas aquellas riquezas que hubiera conseguido y se rompería el pacto. Y según él aceptó el trato, la bolsita apareció en su cintura y efectivamente al meter la mano sacó un puñado de monedas de oro. Y allí estaba Matías con el puño lleno de monedas y la piel de oso por encima. Y solo, pues la bruja Lamia había desaparecido.

El joven se fue hacia la ciudad más cercana y allí compró una casa y un carruaje, y pagó un servicio para que cuidara y mantuviera limpia su casa desde ese día hasta 10 años después. Después de esto, Matías se fue al banco y metió en un cofre todas las monedas que cupiesen y más, para que en el futuro no le faltara de nada. Lo último que allí hizo fue comprarse un caballo para ir de un lado a otro y poder dormir cada noche en un lugar diferente.

Los primeros días fueron muy buenos ya que como él tenía dinero pues la gente le recibía y le daban todo aquello que necesitara. Además Matías le daba un puñado de monedas de oro a toda la persona pobre que veía y les decía: pide a las estrellas por mí y porque gane el trato. Pero con el paso del tiempo, sin poder asearse ni nada pues empezó a oler mal y a estropearse su aspecto.

Durante el primer año pasó de tener el pelo corto, a tenerlo por los hombros; su barba estaba frondosa y sus cejas muy despeinadas, casi se le unían por el centro; las uñas además de estar largas estaban llenas de suciedad por debajo. Olía muy mal, pero con la piel de oso encima peor aún, pues ésta le hacía sudar, pues tenía que llevarla puesta siempre. La gente ya no se acercaba a él, pero en cuanto veían el dinero le hacían la pelota. Esto le pasó hasta el segundo año, ya que en el tercer año ya parecía un monstruo. Tenía el pelo muy largo y sucio, tapándole parte de la cara; la barba le tapaba el cuello entero y parte de la cara, por lo que entre el pelo y la barba apenas se le veía; las uñas se doblaban de lo largas que eran; las ropas y la piel estaba sucia y desgastada. Olía fatal, y mejor era que no abriese la boca pues tenía un aliento asqueroso. La gente ya no se acercaba, incluso le tiraban piedras, pero él seguía ofreciendo dinero y pidiéndole a la gente que se acercaba que pidiera a las estrellas por él y porque ganara el trato.

Cuando tan solo le quedaba un año para poder cumplir el trato, ya no podía acercarse a las ciudades porque la gente le tiraba piedras y le echaban a patadas de los lugares, ya no solo porque oliera mal sino porque era aterrador, entre la piel de oso y su pelo, su suciedad. Así que una tarde caminando por el bosque encontró un granero donde podría pasar la noche. Y allí mientras intentaba dormir oyó el llanto de alguien, de un hombre mayor, y acercándose a él el hombre le dijo:
   -Veras, tengo una deuda y sino la pago mi familia no tendrá para comer, y  mis hijas se quedarán en la calle. ¡Seremos unos desgraciados!- y el hombre continuó llorando
Matías sin dudarlo ni un segundo metió la mano en la bolsa y saco un puñado enorme de monedas de oro y las colocó en las manos de aquel hombre diciéndole:
   -Mañana paga tu deuda y pide a las estrellas por mí y porque gane el trato
A la mañana siguiente cuando el hombre se despierta y ve quien era el que le había dado el dinero, aunque realmente pensó qué le había dado el dinero en vez de pensar quién, pues pensó que era un monstruo y no una persona. Pero le invitó a su casa a dormir y a comer durante aquella noche. Al principio Matías lo rechazó pues sentía vergüenza de su aspecto y no quería asustar a la familia de aquel buen hombre, pero éste le insistió hasta que Matías accedió. Incluso el hombre le dijo que podría casarse con cualquiera de sus tres hijas, la que a él más le gustase.

Cuando llegan a la casa, el hombre le presenta a Matías a sus tres hijas. La mayor, Luna, era rubia con unos ojos azules preciosos con unas pestañas largas; la mediana, Lucía, pelirroja con unas lindas pecas en la cara y unos grandes ojos verdes; la pequeña, Rosa, tenía una melena larga y rizada de color castaño con unos ojos pardos preciosos. Las tres eran preciosas, pero la belleza de la pequeña era superior a la de sus hermanas.

Luna y Lucía no entendían por qué tenían que compartir la casa con eso, porque no lo consideraban persona de lo feo y sucio que estaba. Que antes de meterlo en casa deberían haberle lavado y aseado, pero su padre les explicó la promesa de Matías, sin embargo ellas siguieron chismorreando y que no merecía la pena el dinero sabiendo que iban a pasarse días limpiando para acabar con ese horrible olor que estaba dejando en casa el muchacho. Pero Rosa, que era más buena que sus hermanas se pasó el día con él preguntándole sobre el trato, sobre los lugares visitados y todas las aventuras que había vivido.

A la mañana siguiente cuando el hombre se despidió de él les contó a sus tres hijas lo que le había prometido. Matías elegiría a una de ellas para que se convirtiera en su mujer. Luna y Lucía cruzaron los dedos y entre dientes repetían una y otra vez “a mí no, a mí no”. Pero Matías ya sabía perfectamente a quien iba a elegir, él se había enamorado de la belleza y bondad de la pequeña Rosa. Quería casarse con Rosa, ella le dijo:
  -Yo me casaré contigo encantada, pues debajo de todo este pelo y esta suciedad hay un hombre maravilloso, y me da igual el aspecto que tengas por fuera, me importa e de dentro.
Él después de escuchar aquellas bonitas palabras de Rosa, que era la única capaz de ver cómo era realmente, le prometió volver en cuanto acabara el tiempo del trato que le quedaba. Entre tanto Matías partió un anillo por la mitad y le entregó la mitad a Rosa y él se quedó con la otra. Y le dijo a Rosa:
   -Esto es el símbolo de nuestro trato, eres libre de romperlo cuando quieras, pero si cuando acabe el tiempo del trato y venga hasta aquí quieres seguir casándote conmigo así será.
Y se fue de aquella casa, a la que volvería en unos cuantos meses. Siguió ayudando a la gente y durmiendo cada día en un lugar, escondiendo dinero cada vez que podía y buscando comida para no desmayarse. Pero era feliz porque sabía que cuando todo esto acabase tendría a una mujer maravillosa a su lado. Rosa le estaría esperando.

Cuando se cumplieron los 5 años compró un caballo y se fue al lugar donde la bruja Lamia le dijo que se encontrarían, el lugar donde todo empezó. En un par de días llegó, se tumbó a descansar y a los pocos minutos allí estaba aquella mujer, muy enfadada.
   -¡Tú! Un simple muchacho ha conseguido vencerme, no puede ser- gritó la bruja enfadada, no podía creerse que aquel joven hubiera conseguido su trato.
   -Pues eso parece, señorita Lamia, he sido valiente y sacrificado. No seré tu sirviente y seré rico pues he guardado dinero y escondido durante todo este tiempo.- dijo orgulloso Matías por haber ganado aquel trato con la bruja.
Matías le devolvió su bolsa y se quitó la piel de oso de encima. La bruja con su magia le dejó como estaba aquel día que se lo encontró. La bruja desapareció como la última vez, el cogió su caballo y se fue hasta su casa. Se duchó, se cambió la ropa, se echó colonia y se montó en su carruaje. En poco tiempo llegó a la casa del hombre que le ayudó meses antes, llegó a la casa de las tres hermanas bellas, a la casa de Rosa.

En cuanto la familia vio aquel carruaje y al joven tan elegante y guapo que bajaba de él, fueron corriendo a atenderle. Le invitaron a cenar y éste aceptó, pero sin decirles quien era realmente. Mientras cenaban Matías dejó caer algo en la copa de Rosa. Cuando ella fue a beber se dio cuenta de que había algo, y su sorpresa fue que era la mitad del anillo que Matías se había quedado. Se echó a llorar de alegría, y juntó esa mitad con la que ella tenía guardada. Él sin dejar tiempo a que ella dijera nada, se arrodilló y le dijo:
   -Tú, que supiste ver todo lo que había debajo de aquella suciedad; tú que aceptaste sin saber cómo era realmente. Pues bien, éste soy yo, ¿sigues queriendo casarte conmigo?
Ella aceptó sin dudarlo. Pues se había enamorado de su interior y ahora encima podía ver lo guapo que era también.

A los pocos días ella ya vivía con él en su lujosa casa y se habían casado. Era una pareja rica y feliz. Pero las dos hermanas de Rosa, al ver que habían perdido una oportunidad tan grande por no haber sabido ver el interior de aquel muchacho. Se volvieron tan locas y estaban tan desesperadas, que un día de repente se les presentó la bruja Lamia proponiéndolas un trato a ellas, y ellas que se creyeron más listas que la bruja, aceptaron. Pero en cuanto ellas hicieron el intento de engañarle la bruja las convirtió en sus sirvientas para el resto de sus vidas y más.

En cuanto esto ocurrió la bruja Lamia fue a ver a Matías a su gran casa rodeado de lujos y felicidad y le dijo:
   -Ves Matías, yo siempre gano. Te perdí a ti, pero he ganado dos.
FIN

Conclusión

He seguido el esqueleto de la historia, dejando aspectos importantes en la historia que me parecían imprescindibles o que me gustaban. He cambiado otros aspectos y he omitido otros como que se fue a Flandes a luchar o que la historia estaba ambientada en España, realmente no me ha parecido un dato relativamente importante. He nombrado a los personajes que me han parecido más importantes para que los niños pudieran detallarlos más en su cabeza.

Al demonio le he convertido en bruja, he omitido o cambiado todo aquello relacionado con la religión. Pues puede ser un tema controvertido, no solo porque podamos encontrarnos ante una clase donde se practican diferentes religiones, sino porque puede que sean demasiados pequeños para entenderlo.

He reducido el tiempo de penitencia un par de años, para hacerlo algo más corto. También he abreviado la historia de esos cinco años, yendo más directamente a la historia del hombre del granero y sus hijas. Pero me detuve en la evolución de Matías con el paso de los años para que los niños pudieran visualizar lo feo que el protagonista se estaba poniendo.

La historia de la casa, la he mantenido pero me he entretenido algo más para que se pudiera ver que era una parte importante de la historia. Sin embargo, durante toda la historia, como al final, he intentado omitir la muerte pues es algo también difícil de aceptar para algunos niños. Incluso cambió la muerte de las hermanas de Rosa por la locura. Para mantener el final, lo que hago es inventarme un trato de la bruja con las hermanas para que de una manera u otra pueda llevárselas.

A la hora de escribirlo me he centrado en el 2º ciclo, más concretamente en niños de 4-5 años. Considero que es una adaptación perfectamente entendible y que aunque me haya centrado en dicha edad, podría ser disfrutado por niños de todo este ciclo.

Y esta ha sido mi adaptación, espero que os haya gustado y hayáis podido disfrutar de ella, de la misma forma que yo he disfrutado escribiéndola.

lunes, 11 de abril de 2016

El hombre de la piel de oso

Hubo hace un tiempo una familia pobre formada por unos padres y sus tres hijos, intentaban vivir con el poco dinero que conseguían con el trabajo familiar. Pero este trabajo no daba para todos así que el hermano pequeño, Matías, se tuvo que ir a la guerra como soldado durante unos cuantos años, en los cuales lucho como un héroe.

Al regresar de la guerra, al volver a casa de sus padres ellos ya eran mayores y no trabajaban. Sus hermanos le dijeron que allí no podía quedarse porque no había dinero para mantener a todos porque el trabajo había empeorado mucho y no podían vivir los cinco de él. Su hermano mayor que era más bueno que el mediano le dijo:
           -Puedes pasar hoy aquí la noche, cenar con nosotros y contarnos todas tus batallas pero mañana tendrás que irte y buscarte un trabajo y una casa.
Matías accedió a lo que su hermano le había ofrecido. Al día siguiente se levantó cuando amaneció, recogió lo poco que tenía y salió a buscar un nuevo trabajo. Tras patearse su ciudad, y las de al lado y no encontrar nada empezó a sentirse desesperado. En algunos lugares cuando decía que había sido soldado le daban algo de comer, pero con el tiempo la gente era menos generosa y ya no le daban tanto o no  le daban nada.

Se cansó de ir pidiendo por las casas por lo que decidió ir a ciudades más lejanas a buscar trabajo. En el trayecto encontró en medio de un terreno seco, algo parecido a un oasis. Era una porción de terreno con muchos árboles y allí se fue a descansar un rato y a tomar el fresco y a comer alguno de los frutos de los árboles. Y mientras se perdía en sus pensamientos vio a lo lejos como se iba acercando una figura de una mujer alta y delgada con un pelo largo negro como el azabache, con un traje verde color esmeralda que le tapaba hasta los pies y una capa negra por encima. Cuando estaba cerca él se levantó por si la mujer necesitaba algo.
   -¿Puedo ayudarle en algo señorita?- preguntó Matías cuando tenía a la mujer enfrente.
  -Más bien voy a ayudarte yo a ti, Matías- le contestó la mujer -he oído por ahí que no encuentras trabajo, que estás hambriento y que no tienes ni donde vivir. Yo puedo darte riquezas para que consigas todo lo que quieras.
Cuando Matías escuchó hablar a la mujer todo le parecía muy extraño. No entendía como una mujer corriente podía ofrecerle riquezas, y cómo podía saber todo aquello sobre él. Sin embargo, necesitaba dinero y lo necesitaba ya, se estaba muriendo de hambre. Por lo que quería saber cómo podría darle las riquezas y quién era ella.
   -Normalmente cuando alguien pide algo es porque quiere algo a cambio, ¿qué quieres tú? Y lo que más me importa, ¿quién eres tú y porqué puedes darme riquezas?
  -Yo soy Lamia, la bruja de estos bosques, y puedo darte riquezas porque quiero y porque las tengo. Pero me sorprendes, eres un chico muy inteligente, y como ya has dicho yo no doy nada a cambio de nada. Haremos un trato. Si ganas te quedas con todo el dinero que hayas conseguido y libre, por el contrario, si pierdes serás mío y me servirás para el resto de tu vida y toda la eternidad.
A Matías el trato no le gustaba para nada, sin embargo necesitaba el dinero y él sabía que era muy listo y valiente y que podría ganar a la bruja en su propio juego. Pero aún no conocía el plan de la bruja y tampoco sabría si podría ganar. Así que le preguntó qué cuál era su plan. La bruja Lamia le dijo que tendría que fiarse de ella, que no le engañaría y que un chico tan valiente como él no debería tener miedo.
   -¿O es que no eres tan valiente Matías?- le preguntó la bruja al ver su cara. Éste asintió rápidamente porque se consideraba un chico muy valiente, pues había luchado en la guerra. –muy bien, pues si eres tan valiente date la vuelta.
Matías se giró y se encontró con un oso enorme enfrente de él. Sin pensárselo dos veces saco su arma y le disparó para que no se lo comiera. En ese instante, sin aun darse la vuelta oyó a la bruja reírse, se dio la vuelta y ésta le dijo:
   -Bien bien, veo que si eres valiente y que nada te puede pillar desprevenido. Pues bien mi trato es bastante sencillo como has podido ver y para ganar solo tienes que seguir mi plan. Yo te dejaría esta bolsita que llevo atada a mi cintura, es una bolsa mágica y cada vez que metas la mano podrás sacar monedas de oro, cuando quieras, sin límites y da igual en lo que quieras utilizarlas.
   -Vale, pero ¿qué tengo que hacer a cambio?- preguntó Matías interrumpiendo a la bruja.
   -Es sencillo. Solo tienes que hacer tres cosas. La primera consiste en que no podrás pedirle nada a las estrellas durante 5 años; la  segundo es no dormir jamás durante más de un día en el  mismo sitio durante 5 años; y lo último sería que deberás ponerte la piel del oso encima de tus ropas. Desde este momento no podrás ni bañarte, ni cortarte el pelo, ni peinarte, ni cortarte las uñas durante 5 años.
Matías se quedó pensando y se dijo a si mismo que todo aquello era sacrificado, pero que lo onseguiría y que además visitaría muchos lugares con eso de que no podría dormir en un mismo sitio más de una noche. Y mientras pensaba, la bruja le recordó que pasaría si no lo conseguía y le dijo que al pasar los 5 años quedarían en este lugar. Él le devolvería su bolsita y se podría quedar con todas aquellas riquezas que hubiera conseguido y se rompería el pacto. Y según él aceptó el trato, la bolsita apareció en su cintura y efectivamente al meter la mano sacó un puñado de monedas de oro. Y allí estaba Matías con el puño lleno de monedas y la piel de oso por encima. Y solo, pues la bruja Lamia había desaparecido.

El joven se fue hacia la ciudad más cercana y allí compró una casa y un carruaje, y pagó un servicio para que cuidara y mantuviera limpia su casa desde ese día hasta 10 años después. Después de esto, Matías se fue al banco y metió en un cofre todas las monedas que cupiesen y más, para que en el futuro no le faltara de nada. Lo último que allí hizo fue comprarse un caballo para ir de un lado a otro y poder dormir cada noche en un lugar diferente.

Los primeros días fueron muy buenos ya que como él tenía dinero pues la gente le recibía y le daban todo aquello que necesitara. Además Matías le daba un puñado de monedas de oro a toda la persona pobre que veía y les decía: pide a las estrellas por mí y porque gane el trato. Pero con el paso del tiempo, sin poder asearse ni nada pues empezó a oler mal y a estropearse su aspecto.

Durante el primer año pasó de tener el pelo corto, a tenerlo por los hombros; su barba estaba frondosa y sus cejas muy despeinadas, casi se le unían por el centro; las uñas además de estar largas estaban llenas de suciedad por debajo. Olía muy mal, pero con la piel de oso encima peor aún, pues ésta le hacía sudar, pues tenía que llevarla puesta siempre. La gente ya no se acercaba a él, pero en cuanto veían el dinero le hacían la pelota. Esto le pasó hasta el segundo año, ya que en el tercer año ya parecía un monstruo. Tenía el pelo muy largo y sucio, tapándole parte de la cara; la barba le tapaba el cuello entero y parte de la cara, por lo que entre el pelo y la barba apenas se le veía; las uñas se doblaban de lo largas que eran; las ropas y la piel estaba sucia y desgastada. Olía fatal, y mejor era que no abriese la boca porque tenía un aliento asqueroso. La gente ya no se acercaba, incluso le tiraban piedras, pero él seguía ofreciendo dinero y pidiéndole a la gente que se acercaba que pidiera a las estrellas por él y porque ganara el trato.

Cuando tan solo le quedaba un año para poder cumplir el trato, ya no podía acercarse a las ciudades porque la gente le tiraba piedras y le echaban a patadas de los lugares, ya no solo por que oliera mal sino porque era aterrador, entre la piel de oso y su pelo, su suciedad. Así que una tarde caminando por el bosque encontró un granero donde podría pasar la noche. Y allí mientras intentaba dormir oyó el llanto de alguien, de un hombre mayor, y acercándose a él el hombre le dijo:
   -Veras, tengo una deuda y sino la pago mi familia no tendrá para comer, y  mis hijas se quedarán en la calle. ¡Seremos unos desgraciados!- y el hombre continuó llorando
Matías sin dudarlo ni un segundo metió la mano en la bolsa y saco un puñado enorme de monedas de oro y las colocó en las manos de aquel hombre diciéndole:
   -Mañana paga tu deuda y pide a las estrellas por mí y porque gane el trato
A la mañana siguiente cuando el hombre se despierta y ve quien era el que le había dado el dinero, aunque realmente pensó qué le había dado el dinero en vez de pensar quién, pues pensó que era un monstruo y no una persona. Pero le invitó a su casa a dormir y a comer durante aquella noche. Al principio Matías lo rechazó pues sentía vergüenza de su aspecto y no quería asustar a la familia de aquel buen hombre, pero éste le insistió hasta que Matías accedió. Incluso el hombre le dijo que podría casarse con cualquiera de sus tres hijas, la que a él más le gustase.

Cuando llegan a la casa, el hombre le presenta a Matías a sus tres hijas. La mayor, Luna, era rubia con unos ojos azules preciosos con unas pestañas largas; la mediana, Lucía, pelirroja con unas lindas pecas en la cara y unos grandes ojos verdes; la pequeña, Rosa, tenía una melena larga y rizada de color castaño con unos ojos pardos preciosos. Las tres eran preciosas, pero la belleza de la pequeña era superior a la de sus hermanas.

Luna y Lucía no entendían porque tenían que compartir la casa con eso, porque no lo consideraban persona de lo feo y sucio que estaba. Que antes de meterlo en casa deberían haberle lavado y aseado, pero su padre les explicó la promesa de Matías, sin embargo ellas siguieron chismorreando y que no merecía la pena el dinero sabiendo que iban a pasarse días limpiando para acabar con ese horrible olor que estaba dejando en casa el muchacho. Pero Rosa, que era más buena que sus hermanas se pasó el día con él preguntándole sobre el trato, sobre los lugares visitados y todas las aventuras que había vivido.

A la mañana siguiente cuando el hombre se despidió de él les contó a sus tres hijas lo que le había prometido. Matías elegiría a una de ellas para que se convirtiera en su mujer. Luna y Lucía cruzaron los dedos y entre dientes repetían una y otra vez “a mí no, a mí no”. Pero Matías ya sabía perfectamente a quien iba a elegir, él se había enamorado de la belleza y bondad de la pequeña Rosa. Quería casarse con Rosa, ella le dijo:
  -Yo me casaré contigo encantada, pues debajo de todo este pelo y esta suciedad hay un hombre maravilloso, y me da igual el aspecto que tengas por fuera, me importa e de dentro.
Él después de escuchar aquellas bonitas palabras de Rosa, que era la única capaz de ver cómo era realmente, le prometió volver en cuanto acabara el tiempo del trato que le quedaba. Entre tanto Matías partió un anillo por la mitad y le entregó la mitad a Rosa y él se quedó con la otra. Y le dijo a Rosa:
   -Esto es el símbolo de nuestro trato, eres libre de romperlo cuando quieras, pero si cuando acabe el tiempo del trato y venga hasta aquí quieres seguir casándote conmigo así será.
Y se fue de aquella casa, a la que volvería en unos cuantos meses. Siguió ayudando a la gente y durmiendo cada día en un lugar, escondiendo dinero cada vez que podía y buscando comida para no desmayarse. Pero era feliz porque sabía que cuando todo esto acabase tendría a una mujer maravillosa a su lado. Rosa le estaría esperando.

Cuando se cumplieron los 5 años compró un caballo y se fue al lugar donde la bruja Lamia le dijo que se encontrarían, el lugar donde todo empezó. En un par de días llegó, se tumbó a descansar y a los pocos minutos allí estaba aquella mujer, muy enfadada.
   -¡Tú! Un simple muchacho ha conseguido vencerme, no puede ser- gritó la bruja enfadada, no podía creerse que aquel joven hubiera conseguido su trato.
   -Pues eso parece, señorita Lamia, he sido valiente y sacrificado. No seré tu sirviente y seré rico pues he guardado dinero y escondido durante todo este tiempo.- dijo orgulloso Matías por haber ganado aquel trato con la bruja.
Matías le devolvió su bolsa y se quitó la piel de oso de encima. La bruja con su magia le dejó como estaba aquel día que se lo encontró. La bruja desapareció como la última vez, el cogió su caballo y se fue hasta su casa. Se duchó, se cambió la ropa, se echó colonia y se montó en su carruaje. En poco tiempo llegó a la casa del hombre que le ayudó meses antes, llegó a la casa de las tres hermanas bellas, a la casa de Rosa.

En cuanto la familia vio aquel carruaje y al joven tan elegante y guapo que bajaba de él, fueron corriendo a atenderle. Le invitaron a cenar y éste aceptó, pero sin decirles quien era realmente. Mientras cenaban Matías dejó caer algo en la copa de Rosa. Cuando ella fue a beber se dio cuenta de que había algo, y su sorpresa fue que era la mitad del anillo que Matías se había quedado. Se echó a llorar de alegría, y juntó esa mitad con la que ella tenía guardada. Él sin dejar tiempo a que ella dijera nada, se arrodilló y le dijo:
   -Tú, que supiste ver todo lo que había debajo de aquella suciedad; tú que aceptaste sin saber cómo era realmente. Pues bien, éste soy yo, ¿sigues queriendo casarte conmigo?
Ella aceptó sin dudarlo. Pues se había enamorado de su interior y ahora encima podía ver lo guapo que era también.

A los pocos días ella ya vivía con él en su lujosa casa y se habían casado. Era una pareja rica y feliz. Pero las dos hermanas de Rosa, al ver que habían perdido una oportunidad tan grande por no haber sabido ver el interior de aquel muchacho. Se volvieron tan locas y estaban tan desesperadas, que un día de repente se les presentó la bruja Lamia proponiéndolas un trato a ellas, y ellas que se creyeron más listas que la bruja, aceptaron. Pero en cuanto ellas hicieron el intento de engañarle la bruja las convirtió en sus sirvientas para el resto de sus vidas y más.

En cuanto esto ocurrió la bruja Lamia fue a ver a Matías a su gran casa rodeado de lujos y felicidad y le dijo:
   -Ves Matías, yo siempre gano. Te perdí a ti, pero he ganado dos.
FIN

Conclusión

He seguido el esqueleto de la historia, dejando aspectos importantes en la historia que me parecían imprescindibles o que me gustaban. He cambiado otros aspectos y he omitido otros como que se fue a Flandes a luchar o que la historia estaba ambientada en España, realmente no me ha parecido un dato relativamente importante. He nombrado a los personajes que me han parecido más importantes para que los niños pudieran detallarlos más en su cabeza.

Al demonio le he convertido en bruja, he omitido o cambiado todo aquello relacionado con la religión. Pues puede ser un tema controvertido, no solo porque podamos encontrarnos ante una clase donde se practican diferentes religiones, sino porque puede que sean demasiados pequeños para entenderlo.

He reducido el tiempo de penitencia un par de años, para hacerlo algo más corto. También he abreviado la historia de esos cinco años, yendo más directamente a la historia del hombre del granero y sus hijas. Pero me detuve en la evolución de Matías con el paso de los años para que los niños pudieran visualizar lo feo que el protagonista se estaba poniendo.

La historia de la casa, la he mantenido pero me he entretenido algo más para que se pudiera ver que era una parte importante de la historia. Sin embargo, durante toda la historia, como al final, he intentado omitir la muerte pues es algo también difícil de aceptar para algunos niños. Incluso cambió la muerte de las hermanas de Rosa por la locura. Para mantener el final, lo que hago es inventarme un trato de la bruja con las hermanas para que de una manera u otra pueda llevárselas.

A la hora de escribirlo realmente no he pensado en ninguna edad en concreto sino en el 2º ciclo en general, considero que es una adaptación perfectamente entendible y que niños de todo este ciclo podrían disfrutar de este cuento.

Y esta ha sido mi adaptación, espero que os haya gustado y hayáis podido disfrutar de ella, de la misma forma que yo he disfrutado escribiéndola.