viernes, 27 de mayo de 2016

Carolina

La lluvia mojaba los cristales de las ventanas, caía sobre los charcos de la calle y las gotas iban haciendo hondas cada vez más grandes en ellos.Carolina ya estaba despierta sentada frente su ventana contemplando como las gotas caían sobre su cristal. Abajo su madre, en la cocina, ya preparaba el desayuno para subírselo como hacía cada mañana.

      Hoy te he preparado tortitas, sé que es lo que más te gusta tomar cuando llueve - dijo su madre mientras entraba por la puerta.
       Sí! Además creo que el cielo sabe que es un día especial y por eso llueve hoy - contestó Carolina con una sonrisa.

Ese día Carolina acababa su tratamiento de quimioterapia. Podría volver a ser una niña con una vida normal, no volvería a estar enferma. El cáncer se acabaría para siempre. No tendría que volver a esas salas tan frías de hospital.  

     Mientras yo recojo el desayuno, tú vístete. No podemos llegar tarde - su madre ya empezó a meterle prisa como siempre.

Carolina saltó de la cama, donde había estado desayunando con su madre. Abrió el armario y se dispuso a vestirse con sus mejores galas, preparadas para estos días de lluvia. Se puso sus vaqueros favoritos, una camisa blanca de botones rojos  que iban a juego con sus botas de agua rojas y su chubasquero.

Cuando bajó al piso de abajo su madre ya estaba esperándole con sus paraguas en la mano.

 Mamá, ¿Qué haces con eso?- dijo mientras señalaba los paraguas.- ¿acaso no sabes que la lluvia hay que disfrutarla?


Su madre ya sabía que Carolina no utilizaba nunca paraguas, amaba la lluvia. Pero lo llevaba siempre por si acaso, pues Carolina no podía ponerse enferma, eso solo complicaría las cosas más aun.

-  Hay que sentir cada gota que cae en nuestra cara y en nuestro cuerpo, cada gota es un regalo.  La lluvia riega las plantas que luego nos dan el oxígeno para vivir. Por eso creo que la lluvia es vida y es algo que a mí me viene genial.


Después de  esto, su madre dejó los paraguas y salieron de casa para ir al hospital. Carolina salió corriendo por la puerta, saltando de un charco a otro, disfrutando con los brazos abiertos y mirando al cielo de cada una de las gotas de lluvia que le rozaba.
FIN


En honor a  Carolina Núñez Pérez, mi compañera, mi amiga. Aquella chica que nunca usaba paraguas, aquella chica que un 27 de noviembre del 2014 se fundió con la lluvia.





Hasta siempre amiga.

3 comentarios:

  1. Te he quedado precioso. Gracias por compartir con nosotros esta historia, que a pesar del final tan amargo, me ha hecho sonreír; porque no hay nada más bonito que ver vida en las pequeñas cosas, y saber que hay gente tan luchadora y valiente. Eres muy fuerte Nago.

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    1. Muchas gracias amor. Es todo un placer poder contar de ella y hablar de lo maravillosa que era. Sabia ver la felicidad en la cosa más insignificante y transmitirlo a cualquiera.

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